Skip to main content
Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Las Comadres

Con o sin ley, nos tenemos a nosotras para abortar

El aborto es un tema actual, cotidiano y urgente. Desde tiempos inmemoriales abortamos, pero no todas en iguales condiciones. En Ecuador, la posibilidad de interrumpir un embarazo no deseado o forzado es más difícil y menos segura para algunas mujeres, sobre todo para aquellas más empobrecidas, en situaciones de violencia y con mayores dificultades para acceder a información y servicios.

Son miles de mujeres que cada año abortan en nuestro país. En 2016, se registraron 1.102 abortos en niñas y adolescentes de 10 a 14 años, mientras que entre las edades de 15 a 19 años, se registraron 20.632 [1]. Para algunas mujeres, tomar esta decisión significa una condena, pues el aborto clandestino es la causa del 15,6% de muertes maternas [2], lo que se suma al hecho de que las mujeres terminamos criminalizadas. En los últimos seis años, 301 mujeres fueron denunciadas por abortar en nuestro país [3] ; la mayoría de estas denuncias vinieron desde instancias que, se supone, deberían asegurar el bienestar y garantizar el derecho a la salud de las personas, como los hospitales públicos o los servicios de emergencia.

Las cifras oficiales se quedan cortas, los datos estadísticos no reflejan del todo la realidad de nuestros países, ya que los contextos de desigualdad, penalización y clandestinidad hacen que las mujeres abortemos en silencio. La mirada de una sociedad que juzga, sanciona y alimenta el estigma asociado al aborto, limita y condiciona el buscar ayuda y revelar nuestras emociones o experiencias, poniendo en riesgo nuestra salud y vida, más aún en contextos de ilegalidad.

“Una se vuelve tan vulnerable ante los veredictos de la familia y de las panas, y hay tantas cosas que te dicen y que una no puede decir”. (Carla, 18 años) [4]

“(…) Entonces, lo pensé y lo repensé, y me pregunté a mi misma y me sentí tan mía, me sentí tan sabia, inteligente y me apoyé por primera vez. Conscientemente por primera vez dije: que bacán que eres loca, lo hiciste y mandaste a la mierda lo que alguien te había dicho en tu vida, o sea como ser, cómo vivir”. (Teresa, 25 años)

Pañuelazo en Quito (2018). Foto: Samantha Garrido

Salimos a las calles porque no hay persona en este país que no conozca a alguna otra que haya pasado por esta experiencia. No es necesario analizar a profundidad las estadísticas para saber que abortar en condiciones inseguras es un problema de salud pública y de justicia social. Apelamos a la necesidad de poner rostros y nombres a estos datos, para reconocer que estas historias son aún más cercanas de lo que nos imaginábamos y que no podemos ser indiferentes ante esta realidad.

Y, entonces, salimos a las calles para poder escuchar y escucharnos decir “yo también aborté”, recuperando nuestra voz y palabra que suma a la lucha histórica y compartida por el derecho a decidir sobre este primer territorio de disputa: nuestros cuerpos.

“Hablar de aborto es necesario para, así, transformarlo en un poder más nuestro. Tenemos tan metido en la cabeza que abortar es malo que esperamos que el dolor nos llegue y sea un castigo, y no es así, lo que está mal es no tener opción, ni antes ni después”. (Juana, 35 años)

Pañuelazo en Quito (2018). Foto: Samantha Garrido.

Está claro que no hay una sola forma de transitar por esta decisión, sin embargo, las mujeres reafirman que, si sus experiencias de aborto pudieran ser vividas fuera de la clandestinidad, con información clara y certera, junto a alguien de confianza que respete su decisión, encontrándose con otras o enterándose de que hay otras que también están pasando por lo mismo, permitiría que su experiencia pueda ser menos dolorosa, tal vez con menos miedo y sin tanta carga de culpa.

“Las mujeres nos volvemos poderosas cuando nos apoyamos. Después de una experiencia de aborto, una se vuelve un pilar súper fuerte para sostener a otras”. (Diana, 23 años)

Este miércoles 8 de agosto, el Senado argentino no pudo responder a las demandas de aquellas mujeres que, en todo el mundo, salimos a las calles y nos pusimos el pañuelo verde. Mientras decidían aprobar o no la propuesta de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), nosotras continuamos desde nuestras resistencias colectivas respondiendo a la indiferencia estatal, poniendo el tema sobre la mesa en diversos espacios, discutiéndolo en casa, en nuestros trabajos, con nuestros compañeros, en nuestras actividades cotidianas. Mientras debatía el Senado, los servicios de información y acompañamiento para un aborto seguro de organizaciones feministas continuaban respondiendo las demandas de las mujeres alrededor del mundo. Estamos seguras que, con la rabia, indignación y ganas de cambiar las injusticias sociales, seguiremos caminando, a pesar de que esta vez el proyecto legal no fue aprobado.

Este sólo es un comienzo que se suma a aquellas luchas de las mujeres que estuvieron antes que nosotras. Ecuador se sumó a la #MareaVerde que recorre Latinoamérica y el mundo, y caminamos con la campaña por el aborto libre, legal y seguro #AbortoLibreEc.

Pañuelazo en Quito (2018). Foto: Samantha Garrido.

Estamos convencidas de que esto no termina aquí y que cada vez es más importante salir a las calles, no podemos permitir más silencio e indiferencia frente a las maternidades forzadas y a las mujeres muertas, con problemas de salud o presas por abortar. Sabemos que es importante exigir al Estado, pero no somos ingenuas sobre las posibles respuestas. Insistiremos, y mientras tanto, celebramos lo que logramos colectivamente en la movilización social: hablar del aborto en primera persona, nombrando y escuchando nuestras experiencias, reconociendo, y en ese proceso, haciendo que otras se reconozcan y se sumen. Cada vez somos más, y no volveremos a la clandestinidad.

Esto no termina aquí, seguiremos acompañando y acompañándonos en nuestras decisiones, fortaleciendo espacios para mirarnos, para reconocernos en nuestras historias desde el cuidado, la libertad, el respeto y la autonomía. Seguiremos luchando por la despenalización social y legal del aborto desde todas las trincheras, y con mucha más fuerza, porque con o sin Ley, nos tenemos a nosotras para abortar.

En Ecuador, Las Comadres ; en Argentina, Las Socorristas ; en Colombia, Las Parceras ; en Chile, Las Amigas y En la Casa ; en Perú, Serena Morena, y en otros países muchas iniciativas feministas brindan información y acompañan antes, durante y después del proceso de aborto, convencidas de que un aborto acompañado, y del que se pueda hablar, logra que la vivencia de esa experiencia sea menos dolorosa, solitaria, e insegura.

“Soy una mujer de casi 70 años, y hace 40, tome la decisión de abortar. Tuve la suerte en ese tiempo de contar con la asistencia de un médico que respetaba las decisiones de las mujeres. Esa decisión la tomé totalmente sola, y hasta el día de hoy, ha sido un secreto en mi vida. Tomar esa decisión no me ha causado ni remordimiento ni culpa, tengo la certeza de que en ese momento era lo mejor para mi. Claro, me hubiera gustado no haber tenido la necesidad de silenciar por tanto tiempo un momento importante en mi vida, tuvieron que pasar tantos años para poder contarle a alguien. Le conté a mi última hija, ponía en palabras por primera vez que yo también había abortado, y que me sumaba a las historias de todas esas mujeres que lo habían hecho, y que ellas acompañan semanalmente. Que liberador, me sentí tranquila y como quitándome un peso de encima al contarlo, sabía que ella iba a respetar mi relato, pero sobretodo, para mí era importante que conozca esa parte de mi historia. Al final, le conté que yo también acompañé a varias amigas y compañeras, que las mujeres hemos acompañado a otras desde siempre y que esa es nuestra mejor forma de seguir”. (Amelia, 69 años)

Salimos a las calles con el pañuelo verde para que nos vean, para estar juntas, para ser cada vez más. Seguimos por la memoria de nuestras luchas, junto con procesos regionales, para afianzar lo avanzado y sostener el presente sin miedo, porque estamos seguras que más temprano que tarde será Ley, allá y acá.

“Veo en el pasado y me digo, no tengas miedo a pesar de que te juzguen, vas a abortar, vas a conocer a mujeres que también lo van a hacer, y eso nos hará más fuertes. Mi cuerpo se despide del dolor para poder seguir caminando y compartiendo, entre todas, un mundo libre de violencias”. (Lucia, 45 años)


[1] Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Base de datos de Estadísticas Hospitalarias. 2016.

[2] Ministerio de Salud Pública del Ecuador, Plan Nacional de Salud Sexual y Salud Reproductiva: Viceministerio de Gobernanza de la Salud Pública, Marzo , 2017, Quito, Ecuador.

[3] Centro de Apoyo y Protección a los Derechos Humanos- Surkuna, 2018

[4] Todos los testimonios son resultado de los encuentros con mujeres que han pasado por procesos de aborto, algunas de ellas han sido acompañadas por Las Comadres, sus relatos fueron autorizados para ser públicos con la utilización de seudónimos.

Compartir

Autoras

Las Comadres

Las Comadres, somos una Red feminista de acompañamiento en aborto seguro en a Ecuador. Nos organizamos desde el año 2014 para dar una respuesta concreta a las mujeres que buscan información científica sobre aborto para tomar sus decisiones.